Sofia Lee se toma su tiempo para vestirse con un sencillo vestido rojo que se siente increíble contra sus grandes tetas. No se molesta en ponerse sostén o ropa interior, prefiere estar libre y lista para cualquier cosa que la noche le depare. Cuando sale para encontrarse con Don Diego, Sofía rápidamente se da cuenta de que su velada no implicará salir en absoluto. Sacando las enormes jarras de Sofía y agitándolas entre sus manos, Don lleva a Sofía de regreso al dormitorio con una palmada en el culo. Sus pantalones cortos son un recuerdo lejano cuando Sofía se arrodilla ante él. La europea cachonda rápidamente demuestra que es una experta con la boca mientras le hace una garganta profunda a la polla de Don y le chupa las pelotas. Cuando toma sus pechos con ambas manos y crea un túnel para el placer personal de Don, él se recuesta y disfruta de la follada de tetas que Sofía le ha ofrecido. Poniendo a Sofía de pie, Don le quita el vestido y luego la acomoda en la cama. Ella abre los muslos mientras él se arrodilla entre ellos. Luego se sumerge con la lengua acariciando el clítoris de Sofía mientras sus manos masajean sus pechos. Su festín de coño hace que Sofia esté agradable y húmeda, perfecto para que Don se ponga de pie y golpee su polla para poder entrar y salir de su codicioso arranque. Rodando sobre sus manos y rodillas, Sofia recibe una paliza estilo perrito que la deja Manos acurrucadas en las mantas con la fuerza de su placer. La polla de Don la llena hasta el borde desde ese ángulo, pero se siente aún mejor cuando cambian las cosas para que Sofía esté arriba. Montando el palo de Don en su chocho desnudo mientras sus tetas tiemblan, Sofía mantiene sus caderas en movimiento hasta que todo su cuerpo tiembla por el clímax. Cuando Sofía se da vuelta para una acción de vaquera, Don la acerca y entierra su cara entre sus aldabas. La fricción combinada de la barba incipiente de Don mientras él la impulsa a ella y su polla mientras ella continúa montándolo es demasiado para Sofía. Ella cede a la fuerza de otro clímax que la deja sin huesos de felicidad. De espaldas, Sofia levanta un muslo para acomodar a Don que vuelve a entrar en ella. Él marca el ritmo ahora, tomando lo que necesita para llegar al borde de correrse. Cuando llega al punto sin retorno, Don se retira para darle a Sofía una lluvia de amor pegajoso entre sus voluptuosos pechos.
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