La atrevida adolescente Dolly Leigh no escucha a su padrastro Marcus London mientras él intenta que ella cierre el refrigerador, cierre la puerta principal o muestre algún tipo de cortesía común. Con la intención de darle una lección a su hijastra, Marcus se disfraza de bandido y se esconde en el armario. Imagínense su sorpresa cuando Dolly entra pavoneándose y comienza a desnudarse para ir a darse una ducha. Mientras él mira a través del armario, Dolly incluso se toma selfies traviesas. Tan pronto como no hay moros en la costa, Marcus revisa el teléfono de Dolly y encuentra todo tipo de fotografías sucias. Al regresar a su habitación, Dolly ve a un extraño enmascarado con su teléfono en la mano. Ella lo confronta, le exige que le devuelva el teléfono y en la lucha resultante se le cae la toalla. Incapaz de controlarse, Marcus se sumerge para disfrutar del sabor del agujero peludo de Dolly. Su lengua trabaja horas extras mientras se la come, pero una vez que se da cuenta de lo mucho que se divierte Dolly cuando comienza a follarla, decide atarla para darle una lección. Atada en la cama, Dolly no puede dejar de gemir mientras el extraño enmascarado sigue golpeando su codicioso coño. Ella está ansiosa por ponerse de rodillas y recibir una buena paliza en el coño por detrás mientras Marcus se lo da con todo lo que tiene. Mientras Marcus pierde el control y la llena con un creampie con semen, Dolly le hace saber que ha estado consciente todo el tiempo de quién se la está follando.
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